Este dicho viene al pelo para exponer lo que hoy me he propuesto escribir. Acabamos de conmemorar el Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo. Y me harté de escuchar a lo largo de toda la mañana que era el Día del TrabajadOr, lo que me enerva bastante, porque las mujeres también trabajamos, y mucho. Y formamos parte de la clase trabajadora. Y estamos en las manifestaciones. Y en los sindicatos. Y en las organizaciones que se sumaron a esas manifestaciones. Pero curiosamente sólo se habla de “los trabajadores”. Lo del lenguaje inclusivo y no sexista, al parecer sigue siendo una asignatura pendiente, pero que algunas no pensamos dejar de seguir exigiendo.
No es sobre este tema sobre el que quiero reflexionar hoy. Quiero hablar sobre las oscuras intenciones que tanto el patriarcado como sobre todo el capitalismo tiene en intentar desacreditar, empobrecer y minar a la clase trabajadora y a las organizaciones propias que defienden los intereses de las trabajadoras y trabajadores, tanto en activo como en situación de desempleo.
A la caverna mediática se le llena la boca cada vez que puede poner en tela de juicio aquellas opciones que cuestionen el capitalismo e, implícitamente su poder dentro del mismo.
Ahora, bueno, desde hace unos años, desde que ostentan también todo el poder político, les ha dado por cuestionar la influencia de los sindicatos. Y, como muy bien saben, aplican la frase del título de esta reflexión: desacredita que algo queda.
Hace unos años ya tuve un pequeño rifirafe con un compañero concejal del PP cuando en el discurso de toma de posesión indiqué que no era cierto, tal y como afirmaban que la ideología había muerto. Que existía, que seguía viva pero que a su opción política le interesaba abiertamente desacreditar a quienes no pensábamos como ellos y ellas. Con el tiempo, este concejal abandonó el PP y se quedó como No Adscrito junto a una compañera que le siguió y acabó dándome la razón. Pero en privado, eso sí.
Cuento esta anécdota personal porque ahora se está haciendo lo mismo con la clase trabajadora y con sus organizaciones. Niegan la existencia de la clase trabajadora, con el objetivo final de cargarse las organizaciones sindicales que les siguen tocando de vez en cuando las narices.
Es cierto que en las organizaciones suele haber los llamados “garbanzos negros”. Pero en todas las organizaciones y no sólo en los sindicatos. Bueno que si miramos al partido que sustenta el (Des) gobierno actual, casi tendríamos que buscar con lupa los garbanzos blancos y que estoy segura que los hay.
La ferocidad desvergonzada con la que se está poniendo en tela de juicio el trabajo de tantas mujeres y hombres que desde el sindicalismo de clase siguen luchando por mejorar las condiciones laborales y sociales a las que nos han llevado dentro de esta estafa llamada crisis, no tiene parangón. Es de tal vileza, de tal grado de inmadurez democrática que duele cuando se lee, se ve o se escucha.
El fin último es desprestigiar tanto que ni la propia gente trabajadora llegue a fiarse de quienes les representan colectivamente y, de ese modo, llegar a pactar condiciones de trabajo miserables que permitan una fácil y cómoda esclavización mayor por parte de las patronales. La mezquindad con que se está llevando a cabo esta campaña continuada y casi imperceptible de señalamiento de los errores (que lo ha habido y no los voy a negar) cometidos por parte de algunas personas que están en el mundo sindical, pero que al reflejarlo señalan a todo el colectivo de mujeres y hombres sindicalistas, es de tal grado que roza lo ridículo.